Por una vez, no vamos a una casa: a Gabriel le dibujaremos en
su estudio de grabación, donde trabaja, y que posee todo ese aire épico
que aprendimos a imaginar oyendo discos desde nuestra adolescencia. No
estamos exagerando: nos ha enseñado con legítimo orgullo alguna que otro
artefacto que vivió los tiempos de más gloria de Abbey Road.
Es
que esta es una sesión de tintes épicos: para empezar, porque le
dibujamos mientras se juega uno de los partidos más esperados del
momento, de esos que hacen vibrar a los aficionados. Y Gabriel tiene esa
fascinación por la emoción, el momento, que le hace no separar los ojos
del televisor mientras charlamos del resto de sus pasiones: del boxeo a
los Beatles, vive con toda intensidad y aprende todo lo que atrapa a su
corazón.

No hay comentarios:
Publicar un comentario