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jueves, 5 de noviembre de 2015

Visita 173

Pensándolo bien, todas la sesiones son eróticas, porque en todas intentamos ganarnos a quien dibujemos, hacerle sentir cómodo, sacar lo mejor de él (o ella). Y a su vez el modelo quiere proyectar su mejor yo sobre nuestros papeles. Pero es un juego que va más allá. Cuando Paloma empieza a leer las Cincuenta Sombras de Luisi, resulta ser inesperadamente erótico, porque las risas que produce rompen todo el hielo, lo derriten, a partir de ahí, como en las mejores historias eróticas, ya no hay necesidad de conquista, sino una entrega mutua que, inevitablemente termina en el dormitorio. Allí dibujamos a Tati, por fin en la cama, que es donde brilla el broche de oro de todas las aventuras.

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