Cuando dibujamos bebés nos enamoramos de su ternura, y cuando dibujamos a gente mayor, de todas las historias fascinantes que nos pueden contar. No, mentira: cuando dibujamos bebés nos enamoramos de todas las historias que les quedan por vivir, y cuando dibujamos a gente mayor, de su ternura.
Todo era verdad: cuando dibujamos, nos enamoramos de todo lo que ha pasado antes del dibujo, y de todo lo que pasará después.

No hay comentarios:
Publicar un comentario