Juanma y Dani tienen mucho que celebrar, y no hay mejor recuerdo que guardar que los dibujos que surgen de una velada charlando y siendo nuestros modelos.
¿Cómo en una casa de decoración exquisitamente cuidada, acabamos
envolviendo los dibujos en una iconografía de revolución hispanoamericana?
Desde
las primeras poses en la terraza, envueltos en vegetación exhuberante,
pasamos al bebedor de mate de inspiración porteña, y después,
definitivamente, acabamos secuestrados y custodiados por un barbudo con
puro y gorra, que sostiene una ametralladora demasiado vieja para las
revoluciones que nos esperan en este siglo extraño e impredecible que
vivimos.
Sólo los ataques de risa que nos asaltan cuando menos lo esperamos, y que cuando atacan dan batalla sin tregua, pueden explicar que el sorprendente recorrido de la selva amaestrada a las armas dormidas, termine en un abrazo en la cama mirándose a los ojos.
*o martarse de la risa...
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