En casa de Regina y Jose, como en todas las casas con niños, el
ritmo del tiempo lo establecen los más jóvenes, e incluso en la mayor
disciplina de orden, el paisaje del hogar aparece salpicado de juguetes y
libros infantiles.
Martina y Simona, preciosas mellizas, tienen ya dos años, la edad justa para estar llenas de energía y poner poco interés en posar para nosotros. No importa: aceptamos el reto. Antes del baño, y durante la cena intentamos atraparlas para nuestros cuadernos, aunque con desigual fortuna.
Sabemos que, después de que las
niñas se vayan a dormir, comienza el reino de los adultos, que no es ni
aburrido como nos prometieron, ni sobredimensionado como imaginamos de pequeños. Es la
conversación cordial y agradable que compensa las emociones de montaña
rusa que significa ser un niño. Sobre cómo se conocieron Regina y Jose
en México, sobre la inminente publicación del libro de Regina, y sobre
las cosas cotidianas que, cuando cruzamos la puerta, nos hacen
sentir que hemos pasado el rato en familia.Martina y Simona, preciosas mellizas, tienen ya dos años, la edad justa para estar llenas de energía y poner poco interés en posar para nosotros. No importa: aceptamos el reto. Antes del baño, y durante la cena intentamos atraparlas para nuestros cuadernos, aunque con desigual fortuna.