
Nuestros curiosos anfitriones son, además, modelos con muy buen gusto: si sus serigrafías de Star wars nos conquistan, la de Bob Dylan del dormitorio, ay, nos roba el corazón completamente.
¿Y cómo les dibujaremos? Chloe y Álvaro nos han abierto las puertas de su casa con tal naturalidad, que no hay otros dibujos posibles que la cotidianeidad del hogar. Leer una revista, tocar la guitarra o usar la bicicleta (¿hay algo más cotidiano para un urbanita? ¡Pues no debería!) es, al fin, lo que sucede en todas las cosas. Y aún reservamos para el última pose lo más cotidiano, y lo más importante: abrazarse, todos los días. ¡Ahora sí sentimos que esto es un hogar!
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