Hoy vamos a casa de Violeta pero no ha hecho trampa, que conste porque no vamos a dibujarla a ella, sino a sus hijas. Ay, dibujar niños puede resultar extenunante, porque la faltde disciplina para posar exige siempre un gran esfuerzo por nuestra parte.
Pero no es el caso, no: de ninguna de las maneras. Las dos se lo toman muy en serio, tienen pensadas un montón de poses, están llenas de energía, de imaginación, curiosidad, conversación. Violeta observa, desde un segundo plano. Templa, empuja, frena, controla y anima con discreción esa explosión de emociones que es ser una niña. Qué suerte ser dos hermanas con tan poca diferencia de edad. Qué suerte ser su madre. Qué suerte de terraza, caramba. Qué suerte haber jugado a dibujarlas, en su salsa, y con nuestras tintas.
Pero no es el caso, no: de ninguna de las maneras. Las dos se lo toman muy en serio, tienen pensadas un montón de poses, están llenas de energía, de imaginación, curiosidad, conversación. Violeta observa, desde un segundo plano. Templa, empuja, frena, controla y anima con discreción esa explosión de emociones que es ser una niña. Qué suerte ser dos hermanas con tan poca diferencia de edad. Qué suerte ser su madre. Qué suerte de terraza, caramba. Qué suerte haber jugado a dibujarlas, en su salsa, y con nuestras tintas.
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