Celebramos nuestra visita número 100!! (parece que fue ayer cuando empezamos, cómo pasa el tiempo, hijito, se nos escapan las frases de abuelita en cuanto nos descuidamos, ay) por todo lo alto, y nunca mejor dicho, porque Rosa, nuestra modelo de hoy, vive en un ático de ensueño que, por cierto, se alquila:
Rosa es una excelente anfitriona, pero es, sobre todo, una conversadora tan agradable y enriquecedora, que casi nos ovidamos de que estábamos dibujando, y apenas nos movimos del rincón de lectura que hay en una esquina del salón.
Mientras anochecía íbamos pasando las páginas y encadenando los dibujos, y a la vez pasando de una cuestión a otra y encadenando los temas de conversación con la cadencia tranquila del que charla con un viejo amigo al que hace mucho tiempo que no ve.
Aunque a veces pensemos que las fechas señaladas y las cifras redondas se deben celebrar con mucho confetti y bullicio y multitudes, no se nos ocurre una celebración mejor para nuestra sesión centenaria que dibujar en la intimidad dulce con la que Rosa supo envolvernos.
Porque dibujar (en) una intimidad nueva cada martes es, en definitiva, la esencia de Dibujo a Domicilio.
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